Óscar Maya BelchíDoha, 9 dic (EFE).- Mientras sonaba el himno brasileño, cuando la cámara enfocaba a Vinicius, este le dedicó una sonrisa y un guiño, un gesto ‘cristianesco’, uno de sus ídolos, antes del partido frente a Croacia que acabó con un Neymar llorando de forma desconsolada sobre el césped del estadio Ciudad de la Educación.
El ‘10’ fue la viva imagen de la desolación de Brasil, que suma 20 años sin llegar a una final de un Mundial. Desde la quinta estrella en Japón y Corea 2002, solo unas semifinales, y fueron en las que sufrieron el 1-7 en su Mundial, haciendo más grande la herida. En el resto, se han quedado en los cuartos de final.
Para este Mundial de Qatar llegaban como grandes favoritos, junto a la actual defensora del título, Francia. El poderío ofensivo de los de Tite les daba alas para lograr la sexta estrella, pero se estrellaron contra una Croacia que vuelve a meterse entre las cuatro mejores del mundo por segundo torneo consecutivo.
Y eso que la tuvieron contra las cuerdas. “Se nos escapó”, reconoció Casemiro tras el encuentro. Brasil cayó en penaltis, y tras el disparo fallado, al palo, de Marquinhos arrancaron los llantos sin consuelo en una tarde catarí que arrancó con el guiño de un Vinicius que acabó siendo sustituido en el minuto 65.
Tras consumarse la eliminación, Neymar, al principio, se quedó sentado en el centro del campo. Perplejo. Aún teniendo que asimilar que, de verdad, quedaba fuera de un torneo que ya dejó caer que esta podría ser su última participación. No tardó en darse cuenta de que era real, no una pesadilla, y rompió a llorar sin encontrar consuelo en nadie.
Por su cabeza, además de la oportunidad perdida, seguro que pasaba la elección de tirar un quinto penalti que nunca llegó. Ya fue héroe en los Juegos Olímpicos de su país asumiendo tal responsabilidad frente a Alemania, pero en Doha no le llegó la oportunidad.
Dani Alves, el más veterano del grupo, fue el encargado de intentar dar alivio a sus compañeros. Sin éxito. Fue el primero que acudió a consolar a Marquinhos, quien se tiró al suelo, con la cara en el césped, tras el penalti errado mientras que toda la selección croata corría a su alrededor para llegar hasta su portero, Dominik Livakovic, y celebrar con él la victoria.
Antony y Raphinha también lloraron sobre el césped. Como muchos de los brasileños que ocuparon mayoritariamente la grada del estadio Ciudad de la Educación y que pasaron del éxtasis con el gol de Neymar a la decepción absoluta.
Entre todas las lágrimas, y tras la primera celebración croata, apareció la figura de Luka Modric como brazos en los que llorar. Se acercó a Rodrygo Goes, quien falló su penalti, y se fundió con su “hijo”, como le llama a la par que para el brasileño es su “padre”, futbolísticamente hablando, en un cariñoso abrazo.
“Le mando mucho ánimo- Es una pena por él, pero, bueno, bonito para mí”, dijo más tarde en zona mixta.
También compartió un momento con Casemiro, con quien intercambió su camiseta al descanso, compañero de tantas batallas y éxitos en el centro del campo del Real Madrid. Junto con Toni Kroos, formaron esa ‘CMK’ de leyenda -16 títulos-, pero este viernes les tocó enfrentarse. Y Modric salió vencedor.
Un abrazo de gran emoción. Con un Casemiro que cogió la cabeza de Modric y se fundieron en un abrazo.
Los llantos de la impotencia. De rabia por últimas oportunidades que llegaban a su fin. De una selección en la que parte de su afición hacía ya en redes sociales montajes de cómo quedaría mejor la sexta estrella en su escudo; algo que tendrá que esperar, por lo menos, hasta el verano de 2026. EFE.
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