De la tensión a la euforia bajo la atenta mirada del '10'
El ambiente en Buenos Aires estaba enrarecido este sábado, en el que el silencio y la tensión se apoderaban de la gente, nadie hablaba o se miraba a la cara directamente; con camisetas y portaestandartes de color celeste y blanco, todos los pensamientos estaban en el Mundial de Qatar.
Varias decenas eligieron para reunirse ‘Lo del Diego’ -un bar transformado en santuario para los amantes de Maradona, su patrono del fútbol-, en el mítico barrio porteño de La Boca, para ver el crucial Argentina-México; en el rostro de estos 'fieles' estaba pintada la expectativa y esperanza de seguir luchando por un lugar en la escalera al cielo.
El pitido inicial transmitido por los numerosos televisores del local enmudeció las pocas voces que recitaban mantras indescifrables y, con las primeras jugadas del primer tiempo, se exaltaron las pasiones.
“¿Qué cobrás?” y “¡Dale, Argentina carajo!” eran las frases de cabecera que, sumado a vitoreos y aplausos, inundaban el bar donde los comensales de todas las edades no podían apartar su vista del televisor.
Los mozos pasaban por las mesas a dejar cervezas y choripanes espiando hacia donde se encontraba el televisor cada vez que el relator se aceleraba.
El encuentro frente a México era un 'todo o nada' y todos, tanto los integrantes del seleccionado argentino como los aficionados a 13.000 kilómetros, lo sabían.
Por eso, al final de la primera mitad, sin goles y con un juego ríspido, el público de ese bar en La Boca se mantenía rígido como una tabla. Había esperanza, pero también preocupación, un cóctel mortal.
ALIVIO EN EL PUEBLO
Arrancó el segundo tiempo y el “hombre del pueblo”, otro '10' como el que miraba desde las paredes, tenía el balón a sus pies. Nadie pudo contener sus emociones al momento que llegó el primer alivio. Una maniobra digna del Leo enardeció a los argentinos con un grito de gol que se hizo eco por todo el barrio, y tal vez todo el país.
El temor quedó de lado y un gran suspiro se escuchó entre los que decidieron pasar la tarde entre amigos y familiares, se tranquilizaron corazones. De todas formas, se notaba. Querían más, uno no bastaba, se necesitaba la diferencia de tantos para superar a Arabia Saudí en la tabla de posiciones.
Debieron pasar 23 minutos, una eternidad para ellos, para poder repetir la proeza. Un tiro de esquina desganado y un pase justo al mediocampista Enzo Fernández, que clavó el esférico en el ángulo de la portería mexicana, hizo el truco.
Los aplausos, los abrazos y los besos colmaron ese bar decorado con la vida futbolística de Maradona en las paredes. A algunos, la emoción le llegó hasta las lágrimas, como también ocurrió en el banquillo albiceleste. La felicidad estaba dibujada en la cara de cada argentino.
El pitido final anunció una oleada de cánticos a favor del equipo apodado 'La Scaloneta'. La selección recuperó su norte y devolvió el amor que 45 millones de argentinos le brindaron durante más de 90 minutos.
Luciana llegó a Buenos Aires desde Mar del Plata -380 kilómetros de distancia- con su padre para ver el partido en el 'santuario' del '10'.
"Muchos nervios. Tengo el corazón muy acelerado, pero al mismo tiempo tengo mucha felicidad de que terminó. Sé que el Diego estuvo en ese partido y nos guía desde arriba”, declaró a EFE, una vez que Argentina se aseguró los tres puntos con un 2-0.
"Resta seguir ganando. La copa es nuestra, ya lo sabemos”, agregó con clásica confianza argentina.
Por su parte, Martín apenas puede relajarse. "Lo viví con mucha tensión. Era esperar a ver qué pasaba. Estaba muy cerrado el partido y se notaba que los jugadores sentían la presión que teníamos todos de haber perdido el primer partido. Eso se trasladó al primer tiempo", explicó a EFE.
En el fútbol, el argentino es parte del equipo, parte del club, parte de los jugadores. Es director técnico y también colegiado. No hay "ellos", hay "nosotros". Ese pensamiento acompañará siempre a los jugadores.
"Cuándo llegó el primer gol… apareció Messi, como siempre, y gracias a ‘D10s’ es argentino y nos renovó las esperanzas", expresó Martín.
"En este partido se nos podía derrumbar todo, pero gracias a Dios lo pudimos sostener. Así y todo, no está nada dicho, falta el partido contra Polonia", reflexionó.
El otro Lionel, Scaloni, deberá preparar a sus titulares para el próximo encuentro, aunque deberá saber que toda una nación lo estará apoyando, aunque, como ocurrió hoy, hubiera que pasar de la tensión a la euforia bajo la atenta mirada del eterno '10'.