Desde entonces, ninguna semifinalista había llegado hasta ahí con tan pocos goles en contra como Marruecos. Ni la campeona Francia en Rusia 2018 ni la Alemania que reinó en Brasil 2014 ni la España que conquistó el mundo en Sudáfrica 2010. En todas ellas, cada uno de los cuatro equipos llegaron a esa instancia con más goles en contra que el actual conjunto marroquí, pero también cada uno de los 32 competidores en esas ediciones.
No había nadie con unos registros defensivos iguales desde la Italia de Marcello Lippi, campeona del mundo en 2006, con el portero Gianluigi Buffon, los defensas Fabio Cannavaro, Marco Materazi o Gianluca Zambrotta, los centrocampistas Gennaro Gattuso o Mauro Camoranesi y las impresionantes cualidades técnicas de Andrea Pirlo, Alessandro del Piero y Francesco Totti, o desde la Portugal que fue semifinalista también en aquel momento, con el estreno de Cristiano Ronaldo y con Luis Figo, Ricardo Carvalho, Tiago Mendes...
Desde que la Copa del Mundo adoptó el actual formato, desde México 1986, sólo esas dos selecciones más la finalista Alemania de Japón y Corea 2002 con Oliver Khan como portero y Miroslav Klose como goleador; la Francia campeona del mundo en 1998 de Zinedine Zidane, Didier Deschamps o Marcel Desailly y la Italia que terminó tercera en el Mundial en su país, en 1990, con Walter Zenga, Franco Baresi, Paolo Maldini o Roberto Donadoni, sin tantos en contra ni en la fase de grupos ni en octavos ni en cuartos, habían alcanzado las semifinales con nada más un gol en contra, como ha hecho ahora Marruecos.
"Los 'Rocky Balboa' de este Mundial", como los describió Walid Regragui, el invencible seleccionador que ha propulsado al conjunto marroquí a cotas impensables en dos meses y medio desde que debutó en el banquillo con un triunfo por 2-0 ante Chile, no encajan tantos golpes como el famoso boxeador de la saga cinematográfica estrenada en 1976, se protegen, los evitan, frustran a cada rival, al que le dan la pelota y lo aguardan al acecho, no sólo para defenderse, sino para jugar, atacar y proponer a una velocidad vertiginosa. Sin miedo. Con una determinación impresionante.
UN SOLO GOL EN CONTRA... Y EN PROPIA PUERTA
Un solo gol en contra en cinco partidos, 480 minutos u ocho horas de juego, contando la prórroga frente a España, realzados porque ha eliminado al conjunto de Luis Enrique Martínez, primero en los octavos de final; porque después lo hizo ante Portugal, en cuartos, y porque antes rebasó a Croacia (la actual subcampeona del mundo, ahora en cuartos), Bélgica y Canadá, que fue la mejor selección de la fase de clasificación de la Concacaf. Son tres victorias y dos empates.
"No es un milagro, es fruto del trabajo", remarcó el entrenador, en constante movimiento fuera del banquillo a lo largo de cada lance, en cada orden que da a sus futbolistas, que responden en el campo a la perfección al plan diseñado por él en la pizarra, dentro de un bloque compacto, con la defensa, el medio campo y la delantera tan juntas que apenas dan espacio al juego entre líneas de ningún rival, por más que lo intentaran Joao Félix o Bruno Fernandes con Portugal. O Pedri y Gavi, con España.
No ha sido igual Marruecos contra esas dos potencias que en la primera fase, a la que corresponde su único gol en contra, en propia puerta de Nayef Aguerd, uno de sus centrales más titulares, sin minutos ante Portugal por una lesión. También terminó lesionado su compañero en el centro de la zaga en todos los duelos: Romain Saiss, con un vendaje en el muslo desde el principio del choque y que ya no pudo aguantar más en el minuto 57, cuando se quedó en el suelo, pidió una camilla y salió del campo.
UNA ESTRUCTURA INDESCIFRABLE PARA SUS RIVALES
La posesión siempre le correspondió a su rival. Ya lo hizo ante Croacia (32 por ciento), cuando sólo recibió dos tiros; Bélgica (32 por ciento), cuando conectaron cuatro lanzamientos entre sus tres palos y Canadá (36 por ciento), cuando encajó su único gol en un remate en propia puerta, sin uno solo de su rival en todo el encuentro, pero con más énfasis, también por las cualidades del rival, cuando cruzó esa fase hacia las eliminatorias.
Contra España y contra Portugal, la posesión de balón de Marruecos fue idéntica: un 22 por ciento. Eso no significa que renuncie a atacar. Ni a jugar. El conjunto africano apuesta casi siempre por salir con el balón desde atrás, con la intervención y el protagonismo decisivo que tiene en esa faceta el portero del Sevilla Yassine Bono, pero con una transición a toda velocidad, vertical, que apenas tiene pausa.
Así hizo daño a España y a Portugal, a las que tampoco les concedió ningún espacio para la imaginación, siempre presionados en cuanto un pase superaba la primera línea de resistencia, siempre en bloque medio (32 por ciento ante el conjunto luso y 33 por ciento ante el español del tiempo sin la posesión de la pelota) o bajo (39 por ciento ante España y 34 por ciento ante Portugal). Por encima del 60 por ciento en ambos casos de los momentos en los que el balón es del rival y lo espera en su terreno.
Aún más mérito tiene el partido de cuartos de final ante Cristiano Ronaldo, Joao Félix y compañía, porque venía de una prórroga tres días ante frente a España y por la cantidad de jugadores que arrastraban molestias para armar su alineación.
No jugó Aguerd ni aguantó todo el partido Saiss, sus centrales más titulares, pero tampoco estaban al cien por cien ni Sofyan Amrabat (abandonó el estadio con hielo en la rodilla), Achraf Hakimi, Hakim Ziyech, Azzedine Ounahi, Youssef En Nesyri y Sofiane Boufal, todos titulares para hacer historia.
"Todos los jugadores tuvieron un actuación fantástica, había lesionados, cansados, pero todos en el campo dieron el máximo nivel. Hemos demostrado que podemos enfrentarnos a cualquier equipo del mundo y crear milagros", aseguró Bono, el mejor jugador del partido de cuartos de final ante Portugal, como lo fue en octavos ante España, entre el asombro mundial que despiertan los chicos dirigidos por Regragui, invictos en los siete choques a las órdenes del entrenador.
Iñaki Dufour