Redacción deportes, 19 dic (EFE).- La selección argentina se proclamó en Catar tricampeona del Mundo y Messi alzó por fin el trofeo al cielo, una escena con la que los argentinos habían fantaseado desde la irrupción del atacante y que le da un argumento más de peso para ser considerado el mejor de la historia.
Para lograrlo Messi se ha apoyado en un conjunto que hizo de la fe y la garra su mejor argumento, plantando cara a todas las adversidades que se le fueron apareciendo por el camino desde el momento mismo en que puso un pie en los rectángulos de juego donde se ha disputado la Copa del Mundo.
La derrota en el partido de debut contra Arabia Saudí, una de la más sorprendentes en todas las ediciones del campeonato, planteó un panorama de tintes apocalípticos del que la albiceleste escapó con sendos triunfos ante México y Polonia.
Gracias a ello logró ser primera de grupo y esquivar a Francia, al menos momentáneamente. En cualquier caso Australia les planteó problemas, forzando en los instantes finales el primer 'milagro' del arquero Emiliano Martínez. Más al límite aún les llevó en cuartos Países Bajos, en un enfrentamiento que tenían controlado con dos goles de renta y que Weghorst igualó en los últimos minutos. Los penaltis terminaron por dictar sentencia.
Apareció entonces en el horizonte Croacia, a la que superaron en penúltima ronda con una inesperada solvencia. Distinta fue la final con Francia, una de las mejores que se recuerdan. De nuevo el rival les remontó dos goles, con el añadido de que consiguió igualarles otro más en la prórroga y pudo ganar si no fuera por una parada icónica de Martínez. Tras la tanda definitiva llegó el éxtasis y el 'cromo' que le faltaba a Messi en el álbum de su leyenda. EFE
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