Rodrigo García
Buenos Aires, 18 dic (EFE).- A puro llanto, tras una final de infarto y en medio de una mezcla de emociones muy difíciles de describir, los amigos de toda la vida de Leo Messi y los vecinos del barrio de Rosario que lo vio crecer, celebraron este domingo que su ídolo ha conseguido, por fin, el sueño de ganar la Copa del Mundo.
Las inmediaciones de la humilde casa donde vivió el astro con su familia hasta que en la adolescencia se marchó a Barcelona ya eran una fiesta horas y semanas antes de la gran final ante Francia.
Un partido de infarto que hizo que la multitud de familias congregadas en torno a la tele pasaran por infinidad de estados hasta terminar, ya con el triunfo, a la felicidad máxima.
"La verdad es que para todos los argentinos, para todo el pueblo, es una alegría inmensa, acá compartiendo con los vecinos. Muy merecido para él (Leo) y para todos en general", cuenta a EFE Diego Vallejos, uno de los amigos del astro.
"No le faltaba nada, él es un grande, siempre lo fue", subraya al ser consultado por si la Copa del Mundo era lo único que le quedaba por conseguir.
Por cábala, tanto Vallejos como otros de los habituales de El Campito -el terreno baldío y basural donde Messi dio sus primeras patadas al balón, hoy reconvertido en club donde se fomenta el deporte y las actividades culturales entre la infancia-, prefirieron ver la final solos, sin prensa.
Pero fue terminar el partido y la locura apareció en forma de cláxones, banderas, tambores y caos colectivo, sin que nadie pensara ya en cábala alguna: "Leo, volvé a Newell's (el equipo rosarino en cuya cantera estuvo Messi) ahora. Volvé, volvé, volvé, seis meses... volvé", grita otro hincha ilusionado por que el astro rosarino termine su carrera como futbolista en la ciudad donde nació.
FELICIDAD EN LAS CASAS
"Es el tercer mundial que sale campeón Argentina y lo vi", afirma entre lágrimas Oscar Fernández en el salón de su casa, frente a El Campito, en la que EFE comprobó, junto a él y su familia y entre picadas de embutidos y bebidas refrescantes para paliar el calor del verano que llega, la gran variedad de estados de ánimo por el que Argentina pasó durante la frenética segunda parte.
Cristina, su esposa, enseña orgullosa la foto de un cumpleaños de su hijo de cuando era pequeño y jugaba en el club Grandoli del barrio -en el que también jugó Leo- y en la que, por supuesto, sale, aún de muy niño, un pequeño Leo Messi.
Y otra foto, ya de mayor, en la que 'La Pulga' volvió al barrio y se dejó fotografiar con algunos de sus vecinos, entre ellos Cristina.
"YA ERA DIFERENTE"
La primera parte, la de la alegría por el 2-0 con el que la Albiceleste adelantaba a los franceses, EFE la pasó con otra de las tantas generosas familias de La Bajada, la de Perla Mendoza, quien al ser preguntada por Leo, discreta, como tantos de los vecinos del astro, prefiere solo decir un: "(Leo) se va a acordar de mí".
Su hijo, Ricardo Paredes, recuerda que, pese a ser cinco años mayor que el '10', tuvo la suerte de ser uno de los que jugó cerca de él. "Ya era diferente", asevera.
"Es que se vive muy especial. Es tal vez el ultimo mundial de Leonel y vos sabés que no va a haber otro. Y saber que vos viviste esto en el barrio es inexplicable", agrega.
Es en La Bajada donde comenzó a fraguarse el para muchos mejor futbolista de todos los tiempos y donde los todavía habituales del barrio -modesto pero con grandes almas y, que a buen recaudo se va a convertir en un lugar de culto 'messiánico' para siempre- sienten el orgullo de haberlo visto nacer y crecer.
Ahora, tras ganar Leo con sus compañeros la tercera copa del mundo de la historia de Argentina, los que le conocieron antes que el resto del planeta, sueñan con su vuelta. EFE
rgm/cmm/jl
(foto) (vídeo) (informe a cámara)