Redacción deportes, 19 dic (EFE).- La selección de Brasil abandonó Catar tras su participación en la Copa del Mundo con la sensación de haber perdido una gran oportunidad y la duda de saber si podrá contar con Neymar en su siguiente asalto al trono.
Aún quedan cuatro años para eso pero las señales que deja tras de sí el atacante, hundido después de caer en cuartos a penaltis contra Croacia pese a firmar una gran actuación individual coronada con un gol, no invitan al optimismo.
La pentacampeona, pendiente de reojo del estado de salud de su ídolo Pelé, comenzó con sendos triunfos sin encajar goles ante Serbia (2-0) y Suiza (1-0) antes de llevarse una señal de alarma cayendo frente a Camerún (1-0).
Cualquier atisbo de incertidumbre lo apagaron con rapidez firmando un partido redondo ante Corea del Sur (4-1) en el que exhibieron todo el potencial de su frente de ataque durante la primera parte. Sin embargo una rocosa Croacia con un gran Livakovic bajo los palos anuló todas sus virtudes y les llevó hasta el extremo.
Solo queda seguir trabajando y sacar el mayor rendimiento a una generación que, con o sin Neymar, tiene mucho porvenir. De ella dependerá que en el 2026 no pasen seis mundiales seguidos sin conquistar el título, la que sería la mayor sequía histórica de la 'canarinha'. EFE
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