Roberto Morales
Redacción deportes, 18 dic (EFE).- Una imagen icónica para la historia. El día que Diego Armando Maradona lideró a Argentina hacia la gloria de la segunda estrella, aupado a hombros de un desconocido en el estadio Azteca, Roberto Cejas, un aficionado que se coló en la fiesta, se repitió en Lusail en el momento soñado por Lionel Messi, encumbrado como leyenda por un íntimo amigo que repitió una fotografía para el recuerdo, el 'Kun' Agüero.
El 29 de junio de 1986 dejó para la eternidad una fotografía de Maradona en pleno éxtasis. Tras un ejercicio de liderazgo absoluto en el Mundial de México, guiando a la Albiceleste a la conquista de su segunda Copa del Mundo. Tras derrotar en la final a Alemania Federal con un camino que encumbró la imagen del Diego a icono futbolístico imborrable con el paso del tiempo.
Una bandera enorme de Argentina adelantaba la vuelta de honor de los campeones. Aficionados que se habían jugado el tipo saltando desde la grada del Azteca, templo del fútbol mundial, evitando el foso y la alambrada, abrían paso a los Nery Pumpido, Oscar Ruggeri, Sergio Batista, Jorge Burruchaga o Jorge Valdano.
Los jugadores eran llevados en volandas y la copa más preciada, los 6,170 kilos, 36,8 centímetros de altura y 5 kilos de oro de 18 quilates, no la podía portar otro que no fuese Maradona. Nadie conocía a la persona que lo trasladaba a la carrera, agarrado con fuerza a las piernas que tanta gloria daban a un país, mientras Diego alzaba al cielo de la Ciudad de México el trofeo soñado por cualquier futbolista.
Roberto Cejas quedó para la historia de forma accidental. Traicionado por quien le vendía la entrada tras llegar a horas para la disputa de la gran final. Accedió al estadio sobornando al que cortaba las entradas al estadio, metiendo unos billetes entre los tickets de los amigos con los que vería el partido. No dudó en intentar saltar al campo con una bandera después de que los jugadores bajasen la copa del palco y su altura, 1,90 metros, provocó que fuese el mismísimo Maradona el que lo eligiese. Así, estaría más alto que el resto de sus compañeros en una imagen para la posteridad.
EL HOMENAJE AL DIEGO MÁS EMOTIVO
Pocas personas existen más especiales para Leo Messi que el 'Kun'. La complicidad de dos íntimos amigos, compañeros de mil batallas y un sinfín de habitaciones en hoteles de concentración. Juntos prepararon finales, digirieron grandes decepciones y degustaron alegrías.
Desde que a Agüero le obligaron a dejar el fútbol de forma prematura por un problema de corazón, Messi no había vuelto a compartir habitación con nadie. Y lo hizo en vísperas de la final ante Francia. Era su última oportunidad de lograr el sueño que persiguió toda su carrera y del que tan cerca se quedó en el pasado. Los nervios, con su querido amigo al lado, serían menores entre risas, bromas y recuerdos.
Hasta Lusail, otro estadio que se escribe con letras de oro para la historia de Argentina, se desplazó Roberto Cejas con la misma misión. Quería repetir 36 años después la imagen con el digno heredero de Maradona. El nuevo mesías. Sin embargo, en esta ocasión, el papel estaba reservado para alguien a quien siempre quiso Diego, que le hizo abuelo, con quien tenía un vínculo indestructible como el que mantiene con Messi, a quien aupó a sus hombros en el homenaje más emotivo.
El 'besht', esa túnica negra que hicieron ponerse a Messi para manchar la fotografía más deseada de su carrera, el momento de levantar la copa de campeón del mundo junto a sus compañeros, quedará en el olvido gracias a la complicidad con el 'Kun' en un momento que seguro habían dibujado horas antes de conciliar un sueño compartido que hicieron realidad.
Agüero vivió como un jugador más de la expedición la final. Su corazón demostró que está a prueba de bombas, resistente a la emoción que se empeñó en dar hasta el final Kylian Mbappé en su intento de frenar el gran día de Messi. Tras los penaltis. Tras la entrega de trofeos, con la copa soñada en manos de Lionel, llegó el momento de repetir una imagen icónica con el 10 de Argentina.
Rodeados de aficionados enfervorecidos, con nuevos elementos para captar la imagen a través de móviles junto a las cámaras fotográficas de siempre, con Lautaro Martínez de fondo subido sobre el larguero y Messi liberado de toda presión, con la Albiceleste relumbrante, la felicidad en el rostro y la mano derecha al cielo de Lusail.
Con la canción de Qatar 2022 sin dejar de sonar en las gradas, 'Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar', en la que miles de argentinos cantan "Y al Diego desde el cielo lo podemos ver, con don Diego y La Tota, alentándolo a Lionel".
De Maradona a Messi. La comparación eterna que desapareció antes de repetir una imagen por la que nunca pasará el tiempo. Al Diego nadie le exigió el cielo porque no había precedentes de su dimensión. Tras un goleador como Mario Alberto Kempes apareció un futbolista que cambió la historia.
A Messi, en cada paso hacia la leyenda, siempre se le puso en el espejo de Diego. El enorme peso que acompañó toda su carrera, nunca le empequeñeció hasta que logró situarse a su altura el día que repitió la fotografía más especial. EFE
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